Corría el año 1.434 cuando Don Suero de Quiñones, dolido por el desamor de una dama, se comprometió a mantener en su poder el paso del río, en nombre de su amada, con el apoyo de nueve amigos.
Dice la tradición que Don Suero había decidido hacer voto de ayuno todos los jueves y colgó de su cuello una argolla de hierro que simbolizaba la esclavitud de su amor por su dama, bajo el juramento de que sólo se desharía de esa penitencia si lograba romper, en el plazo de un mes, trescientas lanzas de caballeros adversarios.
Las justas medievales tambien fueron en honor de una dama. Imagen de Diario de León.
Desde el diez de julio de aquel año, 1434, y durante treinta días, Don Suero y los suyos estuvieron impidiendo el cruce del Órbigo, intercambiando combates con todo el que acudía por las inmediaciones. En honor de la dama se hicieron dueños del paso, hasta romper las trescientas lanzas de otros tantos caballeros.
Dice la tradición que Don Suero había decidido hacer voto de ayuno todos los jueves y colgó de su cuello una argolla de hierro que simbolizaba la esclavitud de su amor por su dama, bajo el juramento de que sólo se desharía de esa penitencia si lograba romper, en el plazo de un mes, trescientas lanzas de caballeros adversarios.
Las justas medievales tambien fueron en honor de una dama. Imagen de Diario de León.
Desde el diez de julio de aquel año, 1434, y durante treinta días, Don Suero y los suyos estuvieron impidiendo el cruce del Órbigo, intercambiando combates con todo el que acudía por las inmediaciones. En honor de la dama se hicieron dueños del paso, hasta romper las trescientas lanzas de otros tantos caballeros.
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